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28/01/2025 13:31

El estado de ánimo del Celiaco

El estado de ánimo del Celiaco

Me despierto una mañana y mirando al techo, me noto agotado y con malestar, no me encuentro bien. Me dirijo al baño y suspiro al espejo; no tengo ganas de nada, ni de sonreír, ni de hablar con nadie, ni vivir. ¡No me encuentro bien! Salgo del baño y me cruzo con un familiar que me habla, pero yo contesto que me deje en paz. No tengo ganas de explicar que me encuentro mal. Me pregunto, ¿por qué será? Intento recordar: ayer me fui a cenar con unos amigos. Me cuestiono: ¿por qué cenaría en ese bar? Yo sé que mi enfermedad es incomprendida, que no entienden que un simple bollo de jamón serrano, una sopa o el aceite de la freidora que usaron para el "pescaito frito" puedan sentarme mal.

A sabiendas de lo que podría pasar, me arriesgué a cenar, aceptando el riesgo de ingerir algo contaminado con lo que no tolero. Lo pagué caro, no solo en el plano físico, sino también en el emocional. La frustración se apodera de mí porque siento que, a pesar de mis esfuerzos por protegerme, el mundo no está adaptado para las necesidades de los celíacos. Me invade la sensación de soledad, de ser incomprendido, porque explicar esta intolerancia no es sencillo. Puedo decírselo a los demás, pero no siempre lo comprenden, y muchas veces, no merece la pena intentar explicar algo que la mayoría no percibe como real o importante.

Lo que muchas personas no entienden es que esta enfermedad va más allá de una reacción física; afecta también el estado emocional. La fatiga, la irritabilidad y la desesperanza se entrelazan con los síntomas físicos. En ocasiones, te cuestionas incluso si vale la pena salir a socializar cuando sabes que estarás caminando por un campo minado de alimentos contaminados o no seguros.

Por eso, es fundamental establecer límites claros. Aunque puede parecer antisocial, vale más cenar en casa antes de una salida, garantizando así que no te expondrás a riesgos innecesarios. En el restaurante, pide un refresco, un agua mineral o cualquier cosa que sea segura, y dedica tu energía a disfrutar de la compañía, no de la comida. Aprende a priorizar tu bienestar y a no sentir culpa por ello.

Además, es importante recordar que no estás solo. Hay comunidades, grupos de apoyo y recursos para personas celíacas que pueden ayudarte a sentirte comprendido. Hablar con otros que pasan por lo mismo puede aliviar esa sensación de aislamiento y darte herramientas para sobrellevar las situaciones difíciles.

Finalmente, no subestimes la importancia de cuidar tu salud mental. La celiaquía no solo afecta el cuerpo, también afecta el ánimo. Busca actividades que te relajen y te hagan feliz, como leer, hacer ejercicio o practicar meditación. Si sientes que la carga emocional es demasiado grande, no dudes en buscar ayuda profesional; un terapeuta puede ayudarte a manejar el impacto psicológico de vivir con esta enfermedad.

En definitiva, ser celíaco implica retos diarios, pero también es una oportunidad para aprender a cuidarte, a ser resiliente y a rodearte de personas que realmente te apoyen. Tu salud y bienestar siempre deben ser la prioridad.


Neftalí Castañeda